Importancia del ejercicio aeróbico

 

 

Antes que nada y para evitar confusiones y discusiones estériles, vamos a definir las posibles áreas de influencia del ejercicio aeróbico.

 

Área de salud: en este sentido, los beneficios de una actividad cardiovascular llevada a cabo de forma adecuada a la edad, condición física y con la frecuencia adecuada están fuera de toda duda.

Con relación al efecto beneficioso del ejercicio cardiovascular podemos destacar la mejora en la circulación coronaria, mejorando la distribución de los capilares en el músculo cardíaco o la habilidad del corazón para desarrollar nuevos ramales de arterias sanas que puedan llevar la sangre a lugares donde llegaba de forma deficiente. También se produce un aumento de volumen de la cavidad ventricular, lo que supone una disminución de la frecuencia cardíaca en reposo y el consiguiente ahorro en el gasto cardíaco. Asimismo, los estudios demuestran que se produce una reducción de los niveles de grasas en la sangre y un descenso del colesterol y los triglicéridos que se depositan en las paredes de las arterias. En algunos casos también se obtiene una ligera disminución de la tensión arterial en reposo, resultando un excelente complemento en la terapia con medicamentos para la hipertensión. También mejora la capacidad para captar y consumir oxígeno, lo que nos permite afrontar la actividad física con mayor eficacia. En lineas generales y para finalizar, diremos que la actividad aeróbica supone una mejora sustancial en el estado global del organismo y en consecuencia en la calidad de vida.

 

Área de rendimiento: se refiere a la necesidad de mejorar específicamente la resistencia aeróbica con el objeto de alcanzar determinadas marcas en la competición deportiva. Es muy posible que en este caso, se traspasen los límites que separan la actividad saludable de la perjudicial en aras de alcanzar el máximo rendimiento.

 

Área de estética corporal: la actividad física, en general, y la aeróbica, en particular, también se utiliza como medio de alcanzar objetivos de carácter estético. Así pues, es frecuente que los profesionales del sector del "fitness" recomienden a sus alumnos realizar ejercicio aeróbico con el objeto de reducir los niveles de grasa corporal y adquirir, así, un aspecto más musculoso o simplemente delgado. Este parece ser el objetivo prioritario de la mayoría de las personas que acuden a un gimnasio lo cual no debe suponer, en ningún caso, un menosprecio de los beneficios que al nivel de salud y calidad de vida se obtienen con el ejercicio.

 

Actualmente, cualquier centro deportivo posee diferentes aparatos para realizar actividad aeróbica, pudiendo destacar, por más usuales, las cintas de correr, las bicicletas estáticas, los aparatos de remo o los simuladores de escaleras. La creciente demanda del usuario por estos aparatos ha supuesto la creación de empresas especializadas que pudieran dar respuesta a este flujo de interés y la consolidación de un mercado que sin duda contribuye a la creación de riqueza. Mi enhorabuena para todos. Felicitaciones, también, a aquellas personas que hacen un uso inteligente de estos aparatos con el fin de mejorar su condición física y su salud. Mis más sinceras condolencias a todas aquellas víctimas que se torturan inútilmente sobre esas máquinas infernales en un vano intento por reducir sus niveles de grasa corporal y perder peso. ¿A cuántas personas conocéis que hayan adelgazado significativamente haciendo aeróbicos y sin hacer dieta?. Yo, a ninguna.

 

Ahora me diréis que cuando termináis de correr o pedalear habéis perdido peso porque la máquina dice que habéis quemado 300 calorías en media hora y que, por consiguiente, estáis en el buen camino para desprenderos de esos kilos que os sobran. Es posible que para apoyar vuestra fe, citéis un artículo aparecido en la revista "Salud, moda y michelines" donde aparece una tabla de consumo calórico por actividad física y donde dice que correr gasta 600 u 800 calorías por hora. Si dais crédito a esas informaciones no me extrañaría que votarais a determinado partido político por lo que dice en su programa electoral. Estas tablas reflejan una realidad que no tiene nada que ver con la mayoría de las personas que acuden a un gimnasio. Los consumos calóricos están basados en estudios llevados a cabo con deportistas entrenados y en condiciones ideales, no con personas obesas, de vida sedentaria o carentes de una condición física aceptable. Es cierto que sobre una bicicleta es posible llegar a consumir hasta 1000 cal / h, pero para alcanzar ese nivel de gasto energético hay que ser un atleta capaz de soportar el esfuerzo que supone correr un Tour de Francia. No se puede establecer ningún paralelismo entre un ciclista profesional y una ama de casa.

 

Quiero decir que para obtener una reducción significativa de peso y mantenerlo a largo plazo basando el déficit calórico en el consumo energético por ejercicio hay que estar dispuesto a convertirse en un atleta, y eso es algo que está fuera del alcance del 90% de las personas que acuden a un centro deportivo. Sencillamente, por falta de tiempo, de motivación, de disciplina, de voluntad, de capacidad, de constancia...

 

En todo caso me gustaría insistir en que no se puede obtener una disminución acusada y sostenida del peso corporal por medio del ejercicio, sea aeróbico o anaeróbico, si no se efectúa una disminución del aporte calórico. ¿Necesitáis pruebas?. Las hay y muy reveladoras. Tan sólo dos ejemplos que todos podéis constatar. Observad a la profesora de aerobic de vuestro gimnasio. ¿Es escultural?. Fantástico, seguramente ya nació así. ¿Le sobran unos 4 u 8 Kg?. ¿Cómo es posible que no esté musculada dando tres o cuatro clases diarias de aerobic?. ¿Qué esperanza puede tener una señora de 40 años que acude a clase dos o tres veces por semana una hora y a la que le apasionan los Donuts de chocolate?. Sencillamente ¡ninguna!.

 

¿Habéis escuchado alguna vez las declaraciones de una gimnasta de rítmica cuando habla de su preparación?. Seguramente ya sabíais que entrenan de cinco a ocho horas diarias, pero ¿sabíais que siguen un régimen dietético estricto y que alguna vez se van a dormir con tan solo una ensalada y un poco de pescado?. Cabría pensar que con el ejercicio que realizan podrían comer como elefantes y permanecer delgadas, pero no es así. Desalentador.

 

No estoy diciendo que el ejercicio aeróbico no consuma calorías, ni mucho menos, lo que quiero decir es que para quemar una cantidad significativa hay que entrenar como un atleta, que los aparatos cardiovasculares no reflejan el consumo calórico real y que no se puede perder grasa y mantener un nivel saludable a largo plazo sin mantener un régimen dietético equilibrado.

 

Quiero remarcar el hecho, recientemente confirmado aunque hace tiempo sospechado, de que aunque la obesidad se produce siempre por un superávit calórico, existe una predisposición genética que hoy por hoy es de causa desconocida. Lo cierto es que hay personas que pueden comer de todo hasta hartarse y no engordan en absoluto (yo soy uno de esos casos) mientras que otras personas deben pasar toda la vida privándose de comer lo que realmente les pide el cuerpo. Es cierto que si uno ingiere menos calorías de las que gasta no puede engordar, pero es insoportable la idea de pasarse la vida haciendo una dieta de conejo.

 

Dejadme que ahora os exponga algunos datos que contribuirán a clarificar el papel de las grasas en el proceso de producción energética durante el ejercicio aeróbico. La utilización de glucógeno o de grasa como fuentes de energía, depende fundamentalmente de la duración e intensidad del ejercicio y no son de carácter exclusivo. Por ejemplo, durante el reposo se utiliza la grasa para aportar la energía necesaria para mantener el metabolismo basal. Tan sólo el sistema nervioso y los glóbulos rojos utilizan glucosa. A medida que la actividad física se prolonga y aumenta de intensidad, se hace necesario el aporte de glucosa que permite una obtención más inmediata de energía. A partir de ese punto si la actividad deriva hacia una componente más aeróbica, la relación entre hidratos de carbono y grasas será de un 50% y un 50% aproximadamente. Si la actividad alcanza altas cotas de intensidad y se convierte en anaeróbica, la relación será de un 10% de grasas y un 90% de hidratos.

 

Conviene saber que el uso significativo de las grasas como fuente de energía no se produce de forma inmediata cuando iniciamos un esfuerzo, se necesita de 20 a 30 minutos de actividad ininterrumpida. También es importante destacar que se precisa cierta cantidad de hidratos para el funcionamiento del ciclo del ácido cítrico (fuente de energía aeróbica). Si no hubiera un nivel suficiente de glucosa disponible, el organismo comenzaría a producir glucosa a partir de otros sustratos mediante un proceso llamado neoglucogénesis. Una vez el organismo obtiene, de forma regular, parte de la energía necesaria a partir de las grasas, cualquier incremento brusco de la intensidad (como un sprint o una cuesta) obligará a utilizar hidratos como principal fuente energética.

 

De ello se desprende que para maximizar el uso de las grasas como combustible es esencial mantener un ritmo regular durante la actividad cardiovascular. Traducido en términos manejables estaríamos hablando de una actividad a ritmo constante manteniendo una frecuencia cardíaca que oscile entre el 75% y el 85% de la frecuencia cardíaca máxima obtenida en una prueba de esfuerzo. Lógicamente, a la frecuencia cardíaca de trabajo hay que aplicar elementos de corrección en función de la edad, el estado de forma física o factores de riesgo. La pregunta que cabe hacerse es ¿cuántas personas están en condiciones de sacar adelante o soportar un programa de acondicionamiento físico completo?, esto es, dos sesiones semanales de aeróbicos de 1 h. a 150 ó 160 pulsaciones por minuto, tres sesiones semanales de musculación de 1.5 h, calentamiento incluido y estiramientos diarios. Digamos que solo un 10% de los asistentes a un gimnasio poseen la motivación, la capacidad y la voluntad de seguir un programa de tales características. Es pues evidente, que basar las expectativas de pérdida de grasa en un programa de ejercicio es del todo utópico para la inmensa mayoría de personas que necesitan adelgazar significativamente.

 

Pero aún hay más datos a tener en cuenta. Como ya hemos dicho, es necesaria una cierta cantidad de glucosa para quemar grasa. Si estamos inmersos en un proceso de pérdida de grasa por medio de una dieta hipocalórica, es muy posible que en la fase final estemos ingiriendo una cantidad insuficiente de Hidratos de carbono y nuestros niveles de glucosa sean bajos. Para confirmar este hecho basta comprobar los niveles de cetona en orina (cetonuria) mediante unas tiras reactivas que venden en las farmacias. Si el color de la tira, una vez impregnada en la orina, indica un estado cetónico fuerte querrá decir que el organismo no dispone de glucosa suficiente y está utilizando grasas como fuente alternativa de energía. En principio es un buen dato puesto que nuestro objetivo es reducir los niveles de grasa, pero debemos considerar la posibilidad de que la energía necesaria para desarrollar dicho proceso se esté obteniendo de los aminoácidos. Se sabe que algunos de los aminoácidos que se utilizan en la neoglucogénesis son la leucina, la valina y la isoleucina (aminoácidos ramificados). La variación en la concentración plasmática de dichos aminoácidos tiene entre otros efectos la presencia de un mayor cansancio y alteraciones hormonales y cerebrales que afectan a diversas funciones como el estado de alerta, el estado de ánimo, la capacidad de rendimiento o la concentración.

 

¿Os suenan estos síntomas, cuando lleváis ya cuatro meses a dieta estricta, entrenamientos en super serie, series descendentes y aeróbicos?. También el músculo se ve afectado en la medida en que se ve obligado a liberar aminoácidos para la producción de energía. No obstante, este proceso catabólico se palía gracias a la capacidad del músculo para sintetizar los aminoácidos que necesita para mantener sus estructuras a partir de otros disponibles.

 

A la vista de lo expuesto estoy seguro de que os estaréis haciendo muchas preguntas, pero las respuestas tendrán que esperar al próximo número ya que no puedo extenderme más. Pero antes de despedirme os diré que ninguno de mis alumnos de competición hace aeróbicos. ¿Sacrilegio?. Bueno, ya veremos...

 

Abordamos, este mes, la segunda parte del artículo sobre la actividad aeróbica recordando los aspectos que a mi juicio, son los más trascendentes para comprender la verdadera utilidad e importancia del trabajo cardiovascular.

 

En primer lugar, el trabajo aeróbico utiliza glucógeno durante los primeros 25 ó 30 minutos, a partir de ahí usará grasas y glucógeno en una proporción que gira en torno al 50%. En segundo lugar, para poder utilizar las grasas, es necesaria una cierta cantidad de glucosa. Si no la hay en cantidad suficiente el organismo comenzará a utilizar ciertos aminoácidos como fuente de energía mediante un proceso denominado neoglucogénesis. En tercer lugar, para alcanzar elevados consumos calóricos mediante el trabajo aeróbico hay que desarrollar una intensidad suficiente (75% a 90%) durante al menos media hora. Pues bien, a partir de aquí vamos a comentar algunos aspectos prácticos que nos ayuden a establecer las bases de un trabajo aeróbico eficaz y seguro.


Cálculo de la Frecuencia Cardíaca de trabajo

Una forma sencilla de calcular la frecuencia cardíaca que debemos mantener durante el ejercicio aeróbico consiste en restar la edad a la frecuencia cardíaca que tenemos al nacer y que suele rondar las 220 p./m. Así pues para un individuo de 40 años la frecuencia cardíaca máxima sería 220 - 40 = 180 pulsaciones/minuto. Una vez sabido este dato, aplicaremos el porcentaje que creamos adecuado según su nivel de capacidad. Supongamos que posee un nivel de tipo medio y aplicamos el 80% de intensidad, ello daría una frecuencia cardíaca de trabajo de 135 p/m. Tanto la potencia de la carrera o pedaleo, como la velocidad deberán ajustarse para mantener la frecuencia cardíaca de trabajo con una desviación (por arriba o por debajo) de no más de cinco pulsaciones por minuto. A medida que progrese su estado de forma física, podremos incrementar el porcentaje de intensidad.


El consumo de oxígeno

La capacidad de consumo de oxígeno permite valorar el grado de eficacia aeróbica de un individuo y se refiere a la cantidad de oxígeno que una persona puede absorber para ser usado. Se calcula midiendo el oxígeno que entra y el que sale de los pulmones en condiciones de ejercicio maximal (corriendo o pedaleando). Para lograr un óptimo consumo de oxígeno es esencial poseer unos pulmones, un corazón y sistema circulatorio eficientes, una buena concentración de glóbulos rojos y de hemoglobina, así como una óptima capacidad de los tejidos, especialmente los músculos, para usar el oxígeno que les llega. De todos estos factores el menos limitante es la capacidad pulmonar. En resumen, estamos hablando de un deportista que dedica el tiempo, la intensidad y la frecuencia de entrenamiento adecuados a unos objetivos de rendimiento.

A partir de ahí, los beneficios irán decreciendo en la medida en que el entrenamiento no reúna las condiciones necesarias. Para iniciarse en un programa de entrenamiento productivo es esencial pasar una revisión médica y una prueba de esfuerzo. Si no hemos llegado a los cuarenta años, es una medida prudente y si pasamos de los cuarenta, es obligatorio, especialmente si no poseemos antecedentes deportivos. Los clubs deportivos más importantes poseen un departamento médico que se encarga, entre otras cosas, de realizar las pruebas de esfuerzo y dictaminar el grado de capacitación de cada socio antes de que se inicie en la actividad deportiva.


El programa aeróbico

El programa debe ser absolutamente individualizado y las progresiones deben efectuarse respetando la capacidad individual de adaptación. Valgan como referencia, para la mayoría de los individuos, las siguientes recomendaciones:

1.      1.       La intensidad se situará entre el 75% y el 90% de la frecuencia cardíaca      máxima.

2.    2.       La duración del ejercicio no será inferior a los 20 minutos llegando a un máximo de 1 hora.

3.    3.       La frecuencia semanal será de dos a tres sesiones.

4.    4.       La progresión se efectuará, en primer lugar, en base al tiempo de trabajo y en segundo lugar en base a la velocidad.


Ejemplo práctico

Número de sesiones semanales: 2

·        ·          Sesión inicial: 20 min. en la cinta de correr

·        ·          Velocidad de carrera: 10 Km/h

·        ·          Frecuencia cardíaca: 135 p/m (más-menos 5)

 

Suponiendo que podamos aguantar los 20 min. sin sufrir un aumento insoportable de la frecuencia cardíaca procederemos a un incremento razonable del tiempo de trabajo, unos dos minutos podría ser adecuado para la mayoría. El elemento de referencia para llevar a cabo los sucesivos incrementos de tiempo es siempre la Fr. C. y la necesidad de mantenerla en los valores establecidos. Quiere decir que si al proceder a un incremento de tiempo, nuestra Frecuencia Cardíaca se eleva por encima de 140 p./m. deberemos reducir el tiempo y esperar la necesaria adaptación.

·        ·          Sesión nº 20: 45 min. en la cinta de correr

·        ·          Velocidad de carrera: 10 Km/h

·        ·          Frecuencia cardíaca: 135 p/m

 

Una vez alcanzado el tiempo límite deseable procederemos a incrementar progresivamente la velocidad de carrera, por ejemplo, en medio Km/h. Hay que insistir en la necesidad de esperar el tiempo suficiente para que la frecuencia cardíaca se mantenga en los valores preestablecidos antes de proceder a un nuevo aumento de la velocidad.

·        ·          Sesión nº 50: 45 min. en la cinta de correr

·        ·          Velocidad de carrera: 15 Km/h

·        ·          Frecuencia cardíaca: 135 p/m

 

Por último, podemos intentar un aumento de la intensidad, lo cual supone incrementar la velocidad de la carrera de modo que la frecuencia cardíaca se eleve progresivamente hasta alcanzar unos valores cercanos a las 165 p/m lo que representa un 90% de intensidad.

·        ·          Sesión nº 100: 45 min. en la cinta de correr

·        ·          Velocidad de carrera: 20 Km/h

·        ·          Frecuencia cardíaca: 165 p/m

 

Una vez establecida la sistemática de trabajo vamos a analizar la utilidad del trabajo aeróbico. La primera pregunta lógica que cabe hacer es ¿quién debe realizar ejercicio aeróbico?. Pues aquellas personas que quieran efectuar un programa integral de actividad física, o sea, musculación, aeróbicos y elasticidad. Las que quieran mejorar su capacidad cardiovascular como medio de mejorar el rendimiento en la práctica deportiva. Las que quieran mejorar específicamente su resistencia aeróbica. Aquellos que quieran alcanzar un nivel de salud óptimo y mejorar su calidad de vida. Los que quieran reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiocirculatorias y respiratorias. Todas aquellas personas que simplemente quieran ocupar su tiempo de ocio en una actividad productiva.

 

¿Quién no debe hacer ejercicio aeróbico?. Toda persona que crea que el ejercicio le hará perder grasa de forma significativa. En esta línea no podemos dejar de comentar el caso de los culturistas que realizan aeróbicos en vistas a una competición con el objeto de reducir los niveles de grasa y obtener el grado de definición muscular deseado. Que los culturistas se mueven a través de las modas en nutrición y ejercicio de forma compulsiva y en la mayoría de las ocasiones de forma inconsciente y hasta irracional, es algo que cualquier persona que conozca este deporte sabe perfectamente. Hace años fue la moda del agua destilada. Era impresionante ver a un grupo de culturistas pedir un café de sobre en un bar y acto seguido y para asombro del camarero, sacar la botella de agua destilada y prepararse el café. Luego fue la moda del whisky momentos antes de salir a competir porque vascularizaba un montón. No sé si mejoraba el aspecto físico, pero lo que sí es cierto es que se posaba con más alegría y desparpajo. Y quién no recuerda la moda de la piña tropical. No es que fuera especialmente útil, pero, sin duda, nos queda el orgullo de haber contribuido a mejorar la economía y el desarrollo de los países exportadores de piña. Y qué decir de la moda de las claras de huevo. Las pobres gallinas aún no se han recuperado del esfuerzo. Ahora son los aeróbicos y como todas las modas se ponen en práctica de forma compulsiva y sin conocimiento previo. ¿Quiere decir que un culturista no debe hacer ejercicio aeróbico?. Pues depende. ¿O es que los condicionantes de un individuo que no trabaja, vive sólo, duerme 8 h. más una siesta de 1 h. son los mismos que los de un padre de familia con dos hijos que duerme de 5 a 6 h. y que trabaja en un almacén descargando cajas o en una cadena de producción?.

 

Tengo un alumno al que su anterior preparador le hacía realizar 1 h. de aeróbicos diariamente durante el período de definición. ¿Sabéis en qué condiciones?. Pues resulta que se tenía que levantar a las 05.00 h. de la madrugada y subir y bajar las escaleras del edificio en que residía y en ¡¡¡¡ ayunas!!!!. Después comía y se iba a trabajar 8 h. a una cadena de producción. Además está casado y tiene una hija pequeña que, como todos los niños, tiene la mala costumbre de ponerse enferma de vez en cuando o dar una mala noche. ¿Siestas?. ¿Qué es eso?.

 

Luego están los que defienden la necesidad de realizar aeróbicos con el objeto de complementar el trabajo con pesas y mejorar los niveles de salud. Siempre que alguien me habla de salud y alto rendimiento no puedo por menos que reirme. ¿Desde cuando llevar el cuerpo y la mente más allá de lo que dicta el sentido común es sano?. Dáos una vuelta por las mutuas deportivas y pedid el informe anual donde se contienen las cifras de lesionados, incapacitados o muertos por la práctica deportiva. Eso sin tener en cuenta a todas las personas que sufren lesiones en los gimnasios pero que no acuden a ninguna mutua por ser problemas físicos llevaderos. Para cualquier atleta que aspira a ser el mejor, la salud no es un objetivo prioritario y un culturista no es una excepción. Si queréis estar sanos comenzad practicando deporte con moderación y alimentad vuestro cuerpo con nutrientes saludables, a partir de ahí haced lo que podáis para llevar una vida lo más equilibrada posible e intentad ser felices. Suerte.